Blindar a la población contra enfermedades, sobre todo las prevenibles, es una forma de contribuir al desarrollo de un país, ya que, además de fortalecer los escenarios en los que las personas se desenvuelven, los hace más dignos y aptos para que las estas puedan desarrollar sus capacidades y potencialidades a plenitud.
La salud de la población, o el estado de ésta, condiciona el desarrollo. Si la población no posee unas condiciones de vida favorables, su desarrollo puede ser crítico porque puede comprometer la capacidad laboral y productiva así como incidir en su aprendizaje y crecimiento.
En el caso de la Primera Infancia es indispensable fortalecer los espacios en los que los niños y niñas desenvuelven su accionar. Ellos y ellas aportan al desarrollo socioeconómico de un país porque son los adultos del mañana, sus primeros años de vida son fundamentales para su formación como personas y ciudadanos, y luchar porque sus condiciones de vida sean dignas es el primer paso para que nuestro país aumente su desarrollo.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), definió a éste último en la década de los noventa, como un proceso para ampliar las oportunidades de los individuos, asegurando una calidad de vida que permita a las personas desarrollar sus capacidades cognitivas y sociales a plenitud. Luego, saliendo de la lógica de lo económico (que en muchas ocasiones se concentra más en el crecimiento de cifras y variables contables que en lo cualitativo), decidió enfocarse en un solo objetivo: la gente. Y para ello optó por complementar el concepto, haciéndolo más palpable, más humano.
El desarrollo humano entonces, es el desarrollo de la gente, por la gente y para la gente y concierne a todas las oportunidades con las que debe contar una persona para vivir una vida plena y saludable. La salud es parte de ese desarrollo, y más que un fin, es un medio para llegar a que la vida de los habitantes de un país mejore.
Proveer salud, desde el Estado o las Organizaciones no Gubernamentales, es contribuir a que las personas puedan desarrollar sus capacidades físicas, psicológicas (en términos afectivos y cognitivos) y sociales. Y cuando este servicio se asegura desde el nacimiento de un niño o niña, se está contribuyendo al futuro de la humanidad, ya que se está suprimiendo progresivamente el sufrimiento individual y colectivo que provocan las enfermedades, especialmente las desatendidas.
Aquellos que nos comprometemos con el campo de la salud, también lo hacemos con el desarrollo, porque estamos ayudando a llevar a las personas a un escenario digno, uno que les permita tener condiciones estables, que posibiliten el desarrollo de sus potencialidades individuales, sin obstáculos asociados a la falta de atención de enfermedades.
¿Cómo está el IDH en Colombia?
El Índice de Desarrollo Humano en Colombia es de 0.72 (donde cero es bajo y 1 es alto), cifra engañosa, ya que ajustado por desigualdad disminuye a 0.52, valor que demuestra que somos un país con un desarrollo humano bajo. La anterior situación se vive por la desigualdad entre las regiones y por las brechas existentes en materia de atención en salud de calidad, obtención de ingresos y satisfacción de necesidades básicas (vivienda, servicios sanitarios, educación, entre otras).
La desigualdad constituye la base de las dificultades que no permiten que las personas se desarrollen potencialmente, y una atención desigual en materia de salud es sinónimo de atraso. Es por ello que asegurar una atención de calidad en el campo de la salud debe ser una prioridad en cada región del país.
Es indispensable crear condiciones dignas de vida para que los colombianos y colombianas contribuyan desde su nacimiento al desarrollo social y productivo del país ¿y qué mejor forma que hacerlo desde nuestro campo?
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