En las últimas semanas se ha abierto una conversación en Colombia alrededor del reconocimiento de los y las sabedoras tradicionales en la reforma a la salud que actualmente está en construcción. Como organización, que desde hace 12 años, trabaja por el fortalecimiento y la articulación de procesos de salud intercultural, nos parece pertinente que se dé apertura a estas discusiones pues no solo permiten cuestionar estructuras históricas poco inclusivas, sino que también amplían el conocimiento y el reconocimiento a nivel nacional de cosmovisiones ancestrales.
La medicina ancestral se traduce en todos los conocimientos y prácticas de salud y bienestar que históricamente han desarrollado los pueblos étnicos siendo el resultado de sus cosmovisiones y leyes de origen. Todos estos saberes propios han sido transferidos de generación en generación a través de procesos culturales y son aspectos esenciales para la pervivencia de los individuos y las comunidades.
El reconocimiento y, sobre todo, la articulación con sabedoras y sabedores ancestrales resulta fundamental para el desarrollo de procesos y modelos basados en la interculturalidad y el respeto a la diversidad, especialmente en un país como Colombia en el que el 9,3% de la población se autorreconoce como negra, afrocolombiana, raizal y palenquera y el 4,4% como indígena. Además, contar con modelos interculturales aportan a la soberanía de los pueblos indígenas quienes han configurado sistemas propios de gobernanza territorial, justicia, educación y salud.
Existen diferentes normativas que alientan el reconocimiento de saberes ancestrales y la autodeterminación de los pueblos indígenas. El pacto internacional de derechos económicos y sociales PIDESC de las Naciones Unidas en 1966, se refiere al derecho a la salud, en particular el derecho a la salud con implicaciones colectivas y a la interculturalidad como mecanismo fundamental para la pervivencia de la población étnicamente diferenciada.
Asimismo, el Convenio 169 de la OIT, ratificado por la ley 21 de 1991, reconoce el derecho de los pueblos indígenas a servicios de salud adecuados a sus características socioculturales y bajo su responsabilidad y control; desde entonces se ha generado una amplia normativa en Colombia sobre la autonomía de la población indígena como la Ley 691/2001, el decreto 1973/2013 que crea la Subcomisión de Salud de la Mesa Permanente de Concertación con los Pueblos y Organizaciones Indígenas, el decreto 1953/2014 reconocido como la ley autonómica de los pueblos indígenas pues les reconoce la necesidad de administrar sus sistemas propios como medida transitoria hasta la expedición de la ley acorde al artículo 329 de la Constitución Política colombiana.
Este largo recorrido también encuentra la resolución 050/2021 que permite llegar a la adopción del capítulo indígena en el Plan Decenal de Salud 2022-2031, el cual se propone construir mecanismos de aprendizaje conjunto y afianzar el reconocimiento de saberes y prácticas tradicionales para el abordaje amplio de la salud.
Empezar a identificar la importancia de esta conversación sobre el reconocimiento y respeto a la diversidad cultural aporta también al fortalecimiento de la soberanía de los pueblos indígenas y su ejercicio efectivo de gobernanza a partir de las relaciones con el entorno y la influencia que estas tienen en la salud individual, familiar, comunitaria y territorial. Son diversos procesos de consolidación de sistemas y modelos propios los que continúan gestando las organizaciones indígenas y asimismo es primordial que de parte de las instituciones y gobiernos se promuevan espacios de articulación y se garantice el acceso a servicios con enfoque intercultural, así se materializa el propósito de un Sistema Indígena de Salud Propio Intercultural, SISPI.
Algunos de los procesos de salud intercultural de comunidades indígenas en el Vaupés que ha acompañado Sinergias en los últimos años se han caracterizado por el fortalecimiento de capacidades locales y el reconocimiento de los saberes propios: la adaptación de guías alimentarias basadas en los contextos culturales y geográficos; el desarrollo de herramientas de planificación en salud como el Plan de Vida Indígena y el Sistema de Salud Indígena Propio e Intercultural (SISPI); o las propuestas de articulación con médicos tradicionales y personal de salud indígena en alianza con el hospital local.
Para conocer procesos similares y entender un poco más acerca del modelo de salud intercultural, lo invitamos a que consulte la exposición virtual del Museo de Ecología Humana.